Para aquellos visitantes de nuestro blog que hayan entrado más de una vez, en los últimos meses tendrán la impresión que nos hemos obsesionado con esto de la “Marca España”. Pues no es solo una impresión ¡Estamos obsesionados!
Creo que ni entrenando los españoles podríamos ser tan pringados con este tema. ¿Cuántos países internacionalizan sus conflictos internos? Poco o ninguno. Somos los campeones en eso, siempre externalizando nuestros conflictos a todo el universo.
Es increíble como ahora nos empeñamos en destruir lo que mas nos había destacado en todo el mundo en los últimos años; la transición. La forma en que vivimos los últimos veinticinco años del siglo pasado ha sido única, que nos ha puesto como un ejemplo a seguir. Los latinoamericanos y los países del Este de Europa querían ser como España.
Habíamos superado un trauma que nos dejo una guerra civil tremenda y 40 años de un gobierno dictatorial. Evolucionamos de un país que aun arrastra todos los defectos de aquella “leyenda negra” y en pocos años fuimos percibidos como abiertos modernos y alegres y lo “campeones en el pacto social”.
Sin embargo en los últimos años estamos destruyendo todo lo que se había logrado y ahora este sainete de Garzón es la “guinda” de una tarta que nos va a indigestar. ¿Para que la estamos haciendo? Seríamos un caso extraordinario de autoflagelación o masoquismo colectivo.
No se trata de discutir si corresponde o no que se juzgue a Garzón; no es objetivo de esa reflexión, de lo que se trata es de tomar conciencia de que nos afecta y perjudica a todos.
No se si Garzón es buen juez o no; pero de Marketing personal sabe mucho. Desde aquellos aviones que, al mejor estilo SWAT, enviados a Galicia para pillar contrabandistas de drogas hasta el show mediático que montón (cuidado, no se si tenia jurisdicción o no) con los militares argentinos hasta la ultima persecución a los fantasmas del franquismo; ha logrado crear una imagen de justiciero internacional. Una imagen que a el parece le beneficia en su proyección personal extrajudicial, pero con todo lo que esta ocurriendo desgasta nuestra Marca País.
En los últimos años España ha perdido posiciones en todos lo índices que tienen que ver con la competitividad, la confianza, el prestigio, la influencia, la internacionalización y la atracción de inversiones y talento. Y ahora estamos tirando por la borda treinta y cinco años de trabajo para lograr el respeto global, al menos en lo social.
¿Es que nadie se da cuenta?
¿Es que nadie se preocupa del bien común? Unos quieren mantener el poder político, los, otros quieren alcanzarlo. Unos quieren mantener el poder factico solo para engordar sus cuentas corrientes y otros quieren vivir sin esforzarse, tratando de que se lo den todo hecho.
Desde Rodriguez Zapatero, pasando por Fernandez de la Vega o Blanco hasta Rajoy, pasando por Arenas o Cospedal. Además de estar solo preocupados en como seguir en o como subir al machito de lo que pasa “ahí” fuera no se preocupa. Claro son provincianos, no hablan idiomas, no han viajado y, además, los de fuera no les dan votos.
En Marketing no hay nada peor que frustrar las expectativas de los clientes. Esto le esta pasando a España.
Nos hemos “indigestado” con los pelotazos. Y ahora somos el hazme reír de la gente seria.
Es lamentable pero muy cierta la frase: “Los problemas mas graves que tiene nuestro país en el ámbito Internacional son los hispano- españoles”. Lo dijo un Cónsul Español en China cuando le preguntaron que problemas eran los de las empresas españolas en ese país.
Es increíble que hayamos sido capaces de reinventar un problema tan grande donde no lo había.
Me viene a la cabeza una frase de Jack Trout de su libro “En busca de lo obvio”:
“¡Hemos encontrado al enemigo…….somos nosotros!”
El branding es el proceso de construcción de una marca. Para ello es necesario definir una estrategia, un Positioning, para gestionar los activos vinculados, ya sea de manera directa o indirecta, a un nombre comercial y su correspondiente logotipo o símbolo.
lunes, 26 de abril de 2010
viernes, 23 de abril de 2010
En la crisis: mas "Marca España" (*)
Para facilitar la lectura incluimos el texto:
El problema es grave. Y pocos son los que proponen acciones sensatas para solucionarlo. Es imprescindible un plan estratégico eficaz que nos ayude a vender en el mundo aquello en lo que competimos mejor y compensar la caída interna de la actividad. Con un objetivo de largo plazo; pero que comience a generar ingresos a corto.
Tenemos que ser más atractivos que nuestros competidores. Este es el verdadero problema de la competitividad internacional española. La imagen de España, en lo empresarial, no está en línea con sus datos macroeconómicos. En PIB estamos entre los TOP 10 ó TOP 15, en inversiones internacionales y en exportación de servicios somos los sextos, pero en todos los rankings basados en las percepciones de líderes de opinión estamos muy atrás, demasiado atrás.
Hoy la competitividad no se consigue sólo con ofrecer buenos productos o servicios. Hay algo que es aún más importante, es el valor que los clientes asignan a la “marca”. Y la “Marca España” es débil. Se percibe por debajo de su realidad.
Cuando se habla de la marca de un país o lugar, en este caso “Marca España”, se habla, cada vez más, de un concepto estratégico ligado fundamentalmente a la capacidad de ese país para influir en el contexto global en el que nos toca vivir. Hoy la imagen exterior de un país tiene mucho que ver con la posición de poder de ese país en el mundo –poder económico, fundamentalmente-, pero tiene mucho que ver también con factores extra-económicos, especialmente con factores institucionales y políticos, culturales y sociales.
La “Marca España” debe ser entendida como la “mejor embajadora” para que las instituciones, empresas, sociedad civil españolas alcancen una imprescindible dimensión internacional acorde al nivel que tiene España por datos objetivos, a pesar de la situación actual que todos esperamos sea transitoria.
En el entorno global, integrado y muy competitivo en el que estamos, las posibilidades de que la economía española recupere la senda del crecimiento que ha disfrutado los últimos treinta y cinco años, y aborde con éxito los desafíos del futuro, depende básicamente de una mejora esencial en sus niveles de competitividad y, para lograrlo, tener una “buena imagen” que de soporte a una “Marca País” potente es una clave fundamental.
Estamos pagando un precio muy alto por habernos concentrado demasiado en la construcción y habernos preocupado sólo por un turismo masivo, más que de calidad. El modelo de crecimiento apalancado en “el ladrillo y un turismo masivo” ha necesitado año tras año más capital y trabajo; la productividad no ha aumentado y ha limitado la capacidad de la balanza comercial.
Y la cuestión no se resuelve con más capital y más tecnología; como se ha dicho la competitividad de un país es mucho más.
En un mundo con “overbooking” de ofertas y una tecnología “democratizada”, al alcance de todos, hay que trabajar en la mejora de percepciones en la mente de los clientes. Ese es el problema de España. La imagen de algo, en este caso un país, no es la realidad misma sino la forma en que esa realidad es percibida por quienes reciben información. Aquí es donde hay un desfase demasiado grande que perjudica a la “Marca España”. Un desfase que urge corregir.
La comunicación no se ha hecho bien. No hemos sabido sacar provecho de nuestras fortalezas. Y cuando ocurren estas cosas en un mundo en el que sobran las ofertas, quien tiene el problema es quien comunica y no quienes reciben la comunicación. Sino están convencidos compran en otro sitio.
Se trata pues de corregir el desequilibrio. Hace falta una estrategia de comunicación eficaz que se adapte a las percepciones de los clientes y ponga en evidencia aquellos aspectos más positivos al mismo tiempo que disimule los negativos de nuestra marca país.
Desde luego no se arreglará con campañas masivas y costosas que pretendan “imponer” ideas que no encajan en la mente de quienes las reciben y que son rechazadas de plano porque, en muchos casos, contradicen las que ya hay sobre España. Las mentes no cambian “por decreto”, hay que “convencerlas” a partir de las percepciones que ya existen, y este es un trabajo de largo plazo y mucha coherencia.
Así pues además de un cambio obligatorio del modelo económico empresarial, la falta de una imagen positiva para mejorar la capacidad competitiva de la “maquinaria empresarial” española.
¿Quién es responsable de que estemos en esta situación? Sin duda un entorno hiper-competitivo; pero también nosotros somos responsables. Nunca nos hemos ocupado como es debido, ni en lo político ni en lo empresarial, de construir una imagen internacional “atractiva”. ¿Por qué no comenzamos a hacerlo todos juntos de una vez?
Raúl Peralba (alias Ralph Whitestone)
www.positioning.ws / www.thinkingheads.com
(*) Estracto de la “Introducción” AL libro El Posicionamiento de la “Marca España” y la competitividad internacional (Editorial Pirámide-Presentación 15 de Mayo 2010)
Tenemos que ser más atractivos que nuestros competidores. Este es el verdadero problema de la competitividad internacional española. La imagen de España, en lo empresarial, no está en línea con sus datos macroeconómicos. En PIB estamos entre los TOP 10 ó TOP 15, en inversiones internacionales y en exportación de servicios somos los sextos, pero en todos los rankings basados en las percepciones de líderes de opinión estamos muy atrás, demasiado atrás.
Hoy la competitividad no se consigue sólo con ofrecer buenos productos o servicios. Hay algo que es aún más importante, es el valor que los clientes asignan a la “marca”. Y la “Marca España” es débil. Se percibe por debajo de su realidad.
Cuando se habla de la marca de un país o lugar, en este caso “Marca España”, se habla, cada vez más, de un concepto estratégico ligado fundamentalmente a la capacidad de ese país para influir en el contexto global en el que nos toca vivir. Hoy la imagen exterior de un país tiene mucho que ver con la posición de poder de ese país en el mundo –poder económico, fundamentalmente-, pero tiene mucho que ver también con factores extra-económicos, especialmente con factores institucionales y políticos, culturales y sociales.
La “Marca España” debe ser entendida como la “mejor embajadora” para que las instituciones, empresas, sociedad civil españolas alcancen una imprescindible dimensión internacional acorde al nivel que tiene España por datos objetivos, a pesar de la situación actual que todos esperamos sea transitoria.
En el entorno global, integrado y muy competitivo en el que estamos, las posibilidades de que la economía española recupere la senda del crecimiento que ha disfrutado los últimos treinta y cinco años, y aborde con éxito los desafíos del futuro, depende básicamente de una mejora esencial en sus niveles de competitividad y, para lograrlo, tener una “buena imagen” que de soporte a una “Marca País” potente es una clave fundamental.
Estamos pagando un precio muy alto por habernos concentrado demasiado en la construcción y habernos preocupado sólo por un turismo masivo, más que de calidad. El modelo de crecimiento apalancado en “el ladrillo y un turismo masivo” ha necesitado año tras año más capital y trabajo; la productividad no ha aumentado y ha limitado la capacidad de la balanza comercial.
Y la cuestión no se resuelve con más capital y más tecnología; como se ha dicho la competitividad de un país es mucho más.
En un mundo con “overbooking” de ofertas y una tecnología “democratizada”, al alcance de todos, hay que trabajar en la mejora de percepciones en la mente de los clientes. Ese es el problema de España. La imagen de algo, en este caso un país, no es la realidad misma sino la forma en que esa realidad es percibida por quienes reciben información. Aquí es donde hay un desfase demasiado grande que perjudica a la “Marca España”. Un desfase que urge corregir.
La comunicación no se ha hecho bien. No hemos sabido sacar provecho de nuestras fortalezas. Y cuando ocurren estas cosas en un mundo en el que sobran las ofertas, quien tiene el problema es quien comunica y no quienes reciben la comunicación. Sino están convencidos compran en otro sitio.
Se trata pues de corregir el desequilibrio. Hace falta una estrategia de comunicación eficaz que se adapte a las percepciones de los clientes y ponga en evidencia aquellos aspectos más positivos al mismo tiempo que disimule los negativos de nuestra marca país.
Desde luego no se arreglará con campañas masivas y costosas que pretendan “imponer” ideas que no encajan en la mente de quienes las reciben y que son rechazadas de plano porque, en muchos casos, contradicen las que ya hay sobre España. Las mentes no cambian “por decreto”, hay que “convencerlas” a partir de las percepciones que ya existen, y este es un trabajo de largo plazo y mucha coherencia.
Así pues además de un cambio obligatorio del modelo económico empresarial, la falta de una imagen positiva para mejorar la capacidad competitiva de la “maquinaria empresarial” española.
¿Quién es responsable de que estemos en esta situación? Sin duda un entorno hiper-competitivo; pero también nosotros somos responsables. Nunca nos hemos ocupado como es debido, ni en lo político ni en lo empresarial, de construir una imagen internacional “atractiva”. ¿Por qué no comenzamos a hacerlo todos juntos de una vez?
Raúl Peralba (alias Ralph Whitestone)
www.positioning.ws / www.thinkingheads.com
(*) Estracto de la “Introducción” AL libro El Posicionamiento de la “Marca España” y la competitividad internacional (Editorial Pirámide-Presentación 15 de Mayo 2010)
lunes, 12 de abril de 2010
Madrid versus Barça una oportunidad perdida por Raul Peralba
La creación de “Marca País” es una actividad holística, es decir, debe propugnar la concepción de la imagen como “un todo” que será distinto de la suma de las partes que la componen.
Por otro lado una Marca es un “constructo”, un objeto ideal cuya existencia solo se da en la mente de un sujeto. Así lo define la epistemología, la filosofía de la ciencia.
A partir de estos dos principios es evidente que una “Marca País”, en este caso la “Marca España”; es un constructo muy complejo que requiere un trabajo holístico muy coordinado.
¡Un trabajo del que nadie se ocupa que no tiene coordinador!
Esta es, la mayor debilidad de la competitividad internacional de España. Puede que algunos se ocupen de la eficacia operativa, de la productividad, o como se le quiera llamar. Pero no hay un responsable que se ocupe de la segunda variable. La más importante en un mundo en el que la tecnología esta al alcance de todos. Me refiero a crear un constructo diferencial y preferente en la mente de los clientes que identifique a la “Marca España” y que es la verdadera clave de la competitividad.
El sábado nos vieron en todo el mundo (menos en la India que defienden el cricket, necesitan su propia personalidad…) y no lo aprovechamos.
¡Somos “cero” marketinianos!
Fue el “partido del Siglo”. La española es la liga de fútbol más atractiva del mundo, donde juegan las primeras estrellas del universo futbolístico (Cristiano Ronaldo, Lionel Messi, Kaka, Ibrahimovic); que ahora cuenta con estrellas propias.
La selección española de fútbol es hoy la numero uno y una de las principales candidatas del Mundial de Sudáfrica. El sábado en el Bernabeu jugaban muchos de sus componentes: Iker Casillas; Carles Puyol, Sergio Ramos, Raul Albiol, Gerard Pique, Alvaro Arbeloa, Xavi Hernandez, Andrés Iniesta, Xavi Alonso, Sergio Busquets.
¿Por qué no se aprovecho para mejorar la imagen país?
¿Hubo publicidad de empresas españolas en la transmisión Internacional?
¿Hubo alguna mención a datos de España por parte de los relatores?
¿Se aprovechó para un anuncio del “I need Spain”? (Buscar en YouTube)
Etc., etc., etc……
¡Una oportunidad perdida! O, al menos poco aprovechada.
Está muy claro; hace falta un guardián de la Marca.
¿Quién? Alguien con imagen, capacidad, autoridad, por encima de la política y con ganas. Mi candidato es S.A.R. Príncipe Felipe de Borbón. Es un problema de estado, no de gobierno. Es un objetivo de la Nación Española no de las autonomías.
La Casa Real Española tiene gran prestigio Internacional. Además el Príncipe necesita una ocupación propia, suya, nueva, actual; que lo distinga de su padre S.M. Don Juan Carlos de Borbón y le de prestigio en España y fuera, pero sobre todo en España. Y que añada valor a España.
Habrá alguien que lo diga y se le tenga más en cuenta que a este blog…
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martes, 6 de abril de 2010
Iglesia católica: Un reposicionamiento imprescindible por Raul Peralba
Ya en 1981, en el primer libro de su serie sobre Posicionamiento, Jack Trout y Al Ries comentaban los problemas de la Iglesia Católica en este asunto. Pero con todo lo que está ocurriendo últimamente no está de más recordar alguno de los puntos.
La esencia de cualquier religión es la comunicación. Desde la de los fieles con la Divinidad, hasta, y tal vez la que ahora más afecta, la del clero con los fieles.
Y la comunicación entre personas está fundamentalmente condicionada por el nivel educacional y las intenciones de cada parte.
Es evidente que la diferencia de información y conocimientos entre el clero y los fieles se ha reducido, y mucho.
Hasta la segunda mitad del siglo XX, los clérigos fueron, de alguna manera, los intermediarios de la relación entre los humanos de a pie y Dios. Algunos se aprovecharon mucho de ello en su beneficio y crearon una gran suspicacia que descolocó a los creyentes confundiendo lo clerical con lo eclesial.
Con el Concilio Vaticano II y su “apertura”, la Iglesia Clerical dejó de ser la “maestra de la lay” que establecía preceptos y fijaba las recompensas y los castigos.
A partir del Concilio, en lugar de rigidez hubo flexibilidad en beneficio de los fieles, aunque limitando la autoridad de los clérigos. Fue una gran oportunidad de actualizarse para adecuarse a los nuevos tiempos. Por desgracia, no hubo en el Vaticano un buen “guardián de la marca” que, con un lenguaje sencillo, explicara la nueva situación.
Faltó un buen plan de reposicionamiento, pero no solo en la mente de los fieles, también en la de los clérigos. Hubo confusión y, desde entonces, no han dejado de caer los índices de incorporación y permanencia.
Sin embargo, sería interesante profundizar en el análisis. En estos días y en un entorno hostil a lo religioso, el CIS publicó su barómetro a febrero/2010, según el cual el porcentaje de los que se declaran católicos en España ha caído de 84,7% en 2000 a 75% en 2010. Algo que, cuando ser creyente es más bien signo de anticuado no parece tan grave. Lo que si ha caído mucho son las vocaciones y la asistencia a misa o práctica de los ritos. Lo curioso, e interesante, es que mientras la mayoría de las iglesias con clérigos que podríamos llamar “estilo preconciliar” están vacías, en otras hay overbooking. Un ejemplo que conozco, y no es el único, es lo que ocurre todos los domingos y fiestas de guardar en Santa María de Caná, en Pozuelo de Alarcón, Madrid. El párroco, Jesús Filgueras, un gran comunicador, “engancha” a los feligreses. Basta decir que en la misa de madrugada del domingo de Pascua pasado, repartió 1.600 comuniones. Esto significa que si solo un 20% de los asistentes no comulgó, había unas 2.000 personas en una iglesia con asientos para unas 500. Algo que difícilmente lograría el Cardenal Rouco Varela con ese estilo distante que lo caracteriza.
En realidad, lo único diferente que ofrece Don Jesús, como le gusta que lo llamen, es un mensaje claro y concreto de los “beneficios” de ser católico practicante. Con un discurso actual y adecuado a la mentalidad y los tiempos, logra que quienes asisten a su parroquia se sientan “satisfechos” con el “producto” que reciben y repitan la experiencia.
Siendo un caso llamativo, no es el único ni es consecuencia del entorno socio-económico del lugar. En muchos países de todo el mundo hay este tipo de fenómenos, de algunas iglesias repletas mientras la gran mayoría están vacías.
Las repletas son las de los clérigos que trasmiten el mismo mensaje antiguo, pero de nueva forma, según el lugar, el tiempo y el modo apropiados.
Es decir, de “maestra de la ley” la Iglesia debería haber evolucionado hacia “maestra de la palabra” (es lo que hacen esos sacerdotes que tanto atraen, especialmente a los jóvenes). Tal vez parezca una respuesta demasiado simplista a un problema complicado, pero no es así. Es una propuesta simple que, por serlo, es obvia. La experiencia ha demostrado que en cualquier ejercicio de conquista de posiciones en la mente de personas, se trata, es lo fundamental, de que el mensaje tenga sentido para quienes lo reciban, aunque pueda no tenerlo del todo para quienes lo emiten.
Es claro que la curia y sus prebostes no lo entienden. Siguen en la línea de complicar para que parezca más interesante, o, tal vez, para que los católicos no lo entendamos y tengan que explicarlo.
Desde el Banco Ambrosiano a la pederastia, la comunicación ha sido escasa, poco clara y nada franca.
Por el contrario, la comunicación sobre lo que hace y han hecho Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Cáritas y los misioneros vocacionales ha sido muy poca, nada aprovechada y nada relacionada con el mensaje fundamental que dejó el fundador de esta gran “Corporación”.
Tal vez, en política también pasa, alguien de la Curia en una próxima reunión tendría que decirle a Benedicto XVI la frase que hizo famoso al personaje de un cómic en EE.UU.: “por fin hemos descubierto a nuestro enemigo; somos nosotros mismos”.
La esencia de cualquier religión es la comunicación. Desde la de los fieles con la Divinidad, hasta, y tal vez la que ahora más afecta, la del clero con los fieles.
Y la comunicación entre personas está fundamentalmente condicionada por el nivel educacional y las intenciones de cada parte.
Es evidente que la diferencia de información y conocimientos entre el clero y los fieles se ha reducido, y mucho.
Hasta la segunda mitad del siglo XX, los clérigos fueron, de alguna manera, los intermediarios de la relación entre los humanos de a pie y Dios. Algunos se aprovecharon mucho de ello en su beneficio y crearon una gran suspicacia que descolocó a los creyentes confundiendo lo clerical con lo eclesial.
Con el Concilio Vaticano II y su “apertura”, la Iglesia Clerical dejó de ser la “maestra de la lay” que establecía preceptos y fijaba las recompensas y los castigos.
A partir del Concilio, en lugar de rigidez hubo flexibilidad en beneficio de los fieles, aunque limitando la autoridad de los clérigos. Fue una gran oportunidad de actualizarse para adecuarse a los nuevos tiempos. Por desgracia, no hubo en el Vaticano un buen “guardián de la marca” que, con un lenguaje sencillo, explicara la nueva situación.
Faltó un buen plan de reposicionamiento, pero no solo en la mente de los fieles, también en la de los clérigos. Hubo confusión y, desde entonces, no han dejado de caer los índices de incorporación y permanencia.
Sin embargo, sería interesante profundizar en el análisis. En estos días y en un entorno hostil a lo religioso, el CIS publicó su barómetro a febrero/2010, según el cual el porcentaje de los que se declaran católicos en España ha caído de 84,7% en 2000 a 75% en 2010. Algo que, cuando ser creyente es más bien signo de anticuado no parece tan grave. Lo que si ha caído mucho son las vocaciones y la asistencia a misa o práctica de los ritos. Lo curioso, e interesante, es que mientras la mayoría de las iglesias con clérigos que podríamos llamar “estilo preconciliar” están vacías, en otras hay overbooking. Un ejemplo que conozco, y no es el único, es lo que ocurre todos los domingos y fiestas de guardar en Santa María de Caná, en Pozuelo de Alarcón, Madrid. El párroco, Jesús Filgueras, un gran comunicador, “engancha” a los feligreses. Basta decir que en la misa de madrugada del domingo de Pascua pasado, repartió 1.600 comuniones. Esto significa que si solo un 20% de los asistentes no comulgó, había unas 2.000 personas en una iglesia con asientos para unas 500. Algo que difícilmente lograría el Cardenal Rouco Varela con ese estilo distante que lo caracteriza.
En realidad, lo único diferente que ofrece Don Jesús, como le gusta que lo llamen, es un mensaje claro y concreto de los “beneficios” de ser católico practicante. Con un discurso actual y adecuado a la mentalidad y los tiempos, logra que quienes asisten a su parroquia se sientan “satisfechos” con el “producto” que reciben y repitan la experiencia.
Siendo un caso llamativo, no es el único ni es consecuencia del entorno socio-económico del lugar. En muchos países de todo el mundo hay este tipo de fenómenos, de algunas iglesias repletas mientras la gran mayoría están vacías.
Las repletas son las de los clérigos que trasmiten el mismo mensaje antiguo, pero de nueva forma, según el lugar, el tiempo y el modo apropiados.
Es decir, de “maestra de la ley” la Iglesia debería haber evolucionado hacia “maestra de la palabra” (es lo que hacen esos sacerdotes que tanto atraen, especialmente a los jóvenes). Tal vez parezca una respuesta demasiado simplista a un problema complicado, pero no es así. Es una propuesta simple que, por serlo, es obvia. La experiencia ha demostrado que en cualquier ejercicio de conquista de posiciones en la mente de personas, se trata, es lo fundamental, de que el mensaje tenga sentido para quienes lo reciban, aunque pueda no tenerlo del todo para quienes lo emiten.
Es claro que la curia y sus prebostes no lo entienden. Siguen en la línea de complicar para que parezca más interesante, o, tal vez, para que los católicos no lo entendamos y tengan que explicarlo.
Desde el Banco Ambrosiano a la pederastia, la comunicación ha sido escasa, poco clara y nada franca.
Por el contrario, la comunicación sobre lo que hace y han hecho Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Cáritas y los misioneros vocacionales ha sido muy poca, nada aprovechada y nada relacionada con el mensaje fundamental que dejó el fundador de esta gran “Corporación”.
Tal vez, en política también pasa, alguien de la Curia en una próxima reunión tendría que decirle a Benedicto XVI la frase que hizo famoso al personaje de un cómic en EE.UU.: “por fin hemos descubierto a nuestro enemigo; somos nosotros mismos”.
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